El recuerdo para Augusto Pedro Berto, quien fue guitarrero, mandolinista y violinista, antes de dedicarse con éxito al bandoneón, que lo sedujo y que aprendería a tocar con su maestro Pepín Piazza, nada menos que quien le enseñaría los primeros secretos del fueye al gran Pedro Maffia.
Justamente con el bandoneón dejaría una huella inolvidable en el tango, alternando en tríos, cuartetos, quintetos y orquesta, bajo su mando.
Este músico que merece un espacio mayor en la historia del tango, por todo lo que aportó en aquellos comienzos bravíos, de orejeros e intuitivos, nació en Bahía Blanca en 1889 y cuando tenía seis años de edad, sus padres se mudaron a la capital porteña, instalándose en el barrio de Viila Crespo.
De niño mostró su vocación musical y aunque debió trabajar como pintor para ayudar a entrar ingresos en la familia, logró estudiar mandolín y guitarra aprendiendo a tocar ambos instrumentos y formando en algunos conjuntos. Precisamente en un boliche de Caseros y Rioja (por entonces llamada Caridad), alternó en un bailongo, con otros músicos entre ellos «un matarife llamado Scott que se defendía con el bandoneón», explicitaría Berto en sus recuerdos…
La figura de Berto quizás no ha tenido la merecida crítica pero fue decisivo en la consagración del tango. Como compositor, aparte de la conocida «La Payanca», también valen la pena citarse: Don Esteban, ¿Donde estás corazón», con versos de Luis Martínez Serrano, que ha dado la vuelta al mundo, La biblioteca (que ahora comparto, ésta bella versión con el fueye del talentoso Rodolfo Medero y la Orquesta Sinfónica de la universidad EAFIT (de Medellín, Colombia), De la vida milonguera, Curupaytí, el vals Penas de amor y muchas otras obras de menor recorrido, aunque fueron grabadas por su conjunto y otras formaciones…
Los que sí valoraron su obra y su legado, fueron los propios compositores que le dedicaron sus obras, como Juan De Dios Filiberto en su Quejas de bandoneón. Scolatti Almeida con su tango «El bandonión». Manuel Pizarro: Batacazo. José Martínez su Pura uva, entre otros. Y vale la pena recordar la extensa gira que protagonizó con su formación, y la compañía de Camila Quiroga y que duró varios años, por América, incluyendo Cuba, Antillas, el Pacífico, México, Estados Unidos, España.
Pasó a la eternidad en el año 1953.