Walt Whitman (1819-1892) ha sido bautizado como el padre del verso libre, polémico y con una intensa vida a sus espaldas en la que trabajó como poeta, enfermero voluntario, ensayista, periodista y humanista estadounidense.
La obra de este maestro de la lítica está inscrita en la transición entre el trascendentalismo y el realismo filosófico, incorporando ambos movimientos a su prolífica producción poética.
Además de ser considerado uno de los escritores más influyentes del canon estadounidense, el autor sufrió censura y fue criticado en su tiempo por la abierta sexualidad que desprendían los contenidos de su libro Hojas de hierba, calificado como obsceno y pornográfico dentro de su época por contener referencias explícitas a la homosexualidad o bisexualidad del escritor.
¿Cómo es la poesía de Whitman? Este escritor tiene una poderosa fe en si mismo, encarnando un espíritu vigoroso y agresivo y considerando los elementos cotidianos como una expresión de lo eterno.
Entre sus versos se cuelan temas recurrentes como el hombre, el cuerpo, el sexo, la religión, los animales o la geografía. La actitud predominante en su obra es de euforia y alegría, emociones que traslucen sus poemas.
Su vida y obra chocaron con la moral burguesa imperante en su tiempo, impregnada de puritanismo y censura, opresora hacia el diferente y el rebelde.
Walt Whitman creía en la gente de la calle, le cantaba al pueblo y a la democracia con versos libres cargados de energía, experimentación y elementos innovadores como las reiteraciones, la enumeración, los términos vulgares o las palabras extranjeras.
Su objetivo era dar dignidad a todas las cosas, por lo que se opuso firmemente a medidas como la pena de muerte y problemas como la esclavitud.
Sin él, la poesía moderna estaría huérfana y carente de vivacidad. Por eso les dejo su preciosa pluma, con «No te detengas», una bellísima obra donde Walt Whitman nos inquiere sobre el sentido de estar vivos…
«No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas»…
Claro que el recordado Gustavo Cerati también nos invita a reflexionar sobre este milagro de estar vivos, pero esta vez con la música también como ayuda.
Él mismo comentaba: » ‘Vivo’ es una canción que no se pudo parar, para mí no tiene un solo desperdicio. Era como un momento en donde la vida te está tironeando mal, cuando sentía así: ¿Para donde voy, para la alegría o para la tristeza total? Ese momento como tan confuso. Ahí es donde salió: Ok, ¡vivo! Esto es vivir. Y yo tenía esa sensación y no se pudo parar, la canción se escribió sola, me vinieron imágenes que me emocionaron de estar vivo. Me pasa a veces cuando miro paisajes muy emocionantes, el mar, por ejemplo, que después de un rato de mirarlo empiezo a descubrir el «pattern» de Dios. Te das cuenta, miras tus manos, los árboles y hay como un «pattern» atómico o creado por tu mente, no importa, pero lo ves y ese es el momento donde todo ves que todo está vivo. Llego a ver hasta figuras, digo: ¡Ah! ¡Así es como está construido esto! Pero la misma verdad me da mucho miedo. Pienso que si estoy buscando una situación más viva, tiene que ver con que yo, personalmente, tengo una sensación más viva en lo espiritual, estoy muy lanzado hacia la vida.»