El stand tenía 24 metros cuadrados y sus tres paredes estaban repletas con 61 pasteles y acuarelas colgadas en hileras de cinco obras que para verlas había que agacharse.
El entonces presidente de la Nación, Marcelo Torcuato de Alvear, adquirió dos de sus obras. Florencio sintió que había encontrado su camino y consideró que era su primer triunfo en la vida.

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