Todo empezó con aquel Mastroianni que tenía 36 primaveras y había actuado ya en 40 películas, cuando corría el año 1960 y Federico Fellini le propuso trabajar con él en «La dolce vita».
Aquella película le otorgó la fama internacional encarnando a Marcello Rubini, aquel aspirante a intelectual que escribe crónicas de sociedad.