En la escena cumbre del musical El hombre de La Mancha (Dale Wasserman, 1965) Dulcinea, que ya ha visto indignada cómo el pobre Don Quijote es objeto de burla y escarnio en la venta, le pregunta por qué hace esas cosas que él hace y Don Quijote le responde:
«Soñar el sueño imposible,
Luchar con el enemigo invencible,
Abrazar el pesar insoportable,
Correr hacia donde no se atreven los valientes…
Enderezar el mal irreparable,
Amar pura y castamente en la distancia,
¡Intentar cuando tus brazos están cansados,
Alcanzar la estrella inalcanzable!
Ésta es mi búsqueda, perseguir esa estrella,
No importa con qué desesperanza, no importa a qué distancia,
Luchar por lo que es justo sin preguntar ni detenerme,
¡Estar dispuesto a ir al Infierno por una causa celestial!
Y sé que, si yo pudiese ser fiel a esta búsqueda gloriosa,
Mi corazón yacería en paz y calma cuando me tienda a descansar…
Y el mundo será, de hecho, mejor,
¡Que un hombre despreciado y cubierto de cicatrices,
Todavía se esforzó con su último gramo de coraje,
Para alcanzar la estrella inalcanzable!»