La verdad, la siempre valorada verdad… nuestra naturaleza humana nos hace buscar a otras personas, a formar relaciones y comunicarnos entre nosotros. Un aspecto fundamental de nuestras interacciones con los demás especialmente con nuestros seres queridos, es el nivel de confianza que compartimos. La verdad y la mentira son dos formas diferentes de comunicarse con los demás y dos formas de darle sentido a nuestro mundo.
“Toda verdad pasa por tres etapas antes de ser reconocida. En la primera es ridiculizada. En la segunda genera una violenta oposición. En la tercera resulta aceptada como si fuera algo evidente.” nos dice la pluma de Arthur Schopenhauer.
La búsqueda de la verdad es una parte inherente de la naturaleza humana, pero también es algo que causa mucho conflicto y angustia. La gente no recuerda que no hay una verdad absoluta que sea válida para todos en todo momento…me ayuda la pluma de Kahlil Gibran, que me recuerda “No digas: ‘He encontrado la verdad’, sino: ‘He encontrado una verdad’.”
Es más fácil creer una mentira que aceptar una verdad que no se corresponde con nuestras ideas, perspectivas y valores. Para mostrar a las personas que las apreciamos y las respetamos, siempre debemos estar dispuestos a aceptar su verdad, sin importar lo dolorosa que sea… la pluma de Kellie Elmore lo tiene claro, “No quiero que alguien crea en mis mentiras, necesito que alguien acepte mis verdades.” También la verdad siempre es demasiado compleja y elusiva para que podamos ganar un sentido de confianza en nuestras creencias e ideas. No solo que la verdad es más grande que nuestros medios de comprensión sino que también está en constante cambio, como nos lo hace ver Will Bly, “La verdad es como el fuego. Difícil de entender, siempre cambiante.”
Las verdades a medias son una extraña mezcla de hechos verdaderos y mentiras que nos confunden y abruman, haciéndonos incapaces de distinguir realmente lo que es verdadero y lo que es falso. Las mentiras son más fáciles de detectar porque nunca se sostienen sobre el terreno firme de la realidad, como bien nos los advierte la pluma de Anurag Shourie: “Una verdad a medias es incluso más peligrosa que una mentira. Una mentira puede ser detectada en algún momento, pero la mitad de una verdad te engañará por mucho tiempo.”
Claro que también muchos conflictos y desacuerdos entre personas ocurren porque no pueden aceptar eso, mientras que la verdad es siempre universal y objetiva, su percepción de la verdad es subjetiva y siempre diferente de una persona a otra. Cada persona crea su propia versión de la misma verdad, como lo gráfica Bohdi Sanders, “La verdad es universal. La percepción de la verdad varía.” Como nuestra percepción de la realidad está limitada por nuestros sentidos, nuestro conocimiento y nuestra apertura hacia la nueva información, somos propensos a crear imágenes personales y únicas de la realidad, donde la verdad y la mentira se entrelazan en una escala sutil. Así nos lo hace notar Chloe Thurlow, “Como el yin y el yang, la verdad y la mentira son inseparables, cada una contiene una semilla del otro. Ninguna palabra es completamente verdadera o completamente falsa.”
La mayoría de las personas rara vez mienten intencionalmente. Ven que es una necesidad en circunstancias en las que la verdad dañaría a otra persona o causaría un conflicto. Sin embargo, las mentiras son trampas que terminan empeorando las cosas mientras que la verdad nos libera de la carga de nuestros errores. Como bien nos lo advierte la pluma de Cory Stallworth, “Las probabilidades de decir la verdad pueden liberarte cuando las probabilidades de decir una mentira están en tu contra.” Cuando la verdad es difícil de tragar, a menudo creemos que una mentira inocente es una forma preferible de hacerlo. Es fácil convencerse de que a veces las mentiras son necesarias, sin embargo es una verdadera lucha defender y proteger la verdad a toda costa. Al mismo tiempo, las razones para mentir son siempre falaces. Así lo entiende Bo Bennett, con esta frase “Por cada buena razón que hay para mentir, hay una mejor razón para decir la verdad.”
Comúnmente cometemos el error de confundir opiniones con hechos y perspectivas con verdades, lo que desafortunadamente lleva a imágenes falsas de la realidad. Como la realidad es demasiado compleja, tendemos a organizarla, olvidando que lo que vemos y conocemos es solo un pequeño vistazo a una imagen más amplia y más grande. Marco Aurelio lo tiene claro y nos ilumina con su pensamiento: “Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad.” Debido a que tendemos a entender el mundo a través de nuestra percepción limitada, aquellos que quieren descubrir la verdad deben hacer un esfuerzo consciente para buscarla. La verdad está disponible solo para aquellos con mentes y corazones abiertos. Justamente por eso Ayn Rand nos recuerda que “La verdad no es para todos los hombres, sólo para aquellos que la buscan.”
Pero no debemos olvidar que cada vez que las personas dicen una mentira, entran en un círculo vicioso. Especialmente si son personas influyentes, sus mentiras siempre se toman como verdad y proliferan a escalas más grandes. Cuanta más escandalosa es una mentira, más fácil se propaga. Una vez que una mentira se repite suficientes veces, la gente la confundirá con una verdad sólida. John F. Kennedy nos legaba “No importa cuán grande sea la mentira; repítelo con suficiente frecuencia y las masas lo considerarán como la verdad.”
La pluma de Mahatma Gandhi nos brinda claridad, “¿Qué es la verdad? Pregunta difícil, pero la he resuelto en lo que a mi concierne diciendo que es lo que te dice tu voz interior.” “¡Antes que el amor, el dinero, la fe, la fama y la justicia, dadme la verdad!”, imploraba la pluma de Henry David Thoreau. Finalmente la pluma de George Washington nos recuerda que “La verdad prevalecerá, para traer luz donde haya pesares.”
Me refugio en la poesía y específicamente en la bella pluma de de León de Arroyal y su poema «A la verdad»


«Sacrosanta verdad, virtud divina,
del mundo aborrecida y desterrada,
este pequeño don, que te destina
mi lealtad, recibe; y si te agrada,
puesto que ingrato el siglo te abomina,
y pretende dexarte desarmada,
para que en algún modo te defienda,
de mi laud te hago humilde ofrenda.
Y no desprecies, no, mi ofrecimiento,
pues ya vendrá algún día en que á tu mano
restituya su clava, que esto intento,
dándome vida el cielo soberano.
Y en tanto con debido acatamiento
en tu ara, á que no toca el vicio insano,
quemaré incienso, que hasta el cielo llegue
y al feroz opresor del mundo ciegue»
También recurre a mi auxilio la precisa pluma de de Jorge Riechmann y su poema «11».
«Y te digo una cosa más: donde encuentres la raíz de una verdad
aférrate a ella
porque se trata del más infrecuente y valioso
de todos los tesoros.
Y donde encuentres la raíz de una verdad
no temas soltarla
porque, como cualquier tesoro, la perderás
si te empecinas en aferrarte a ella».
La poesía que siempre nos conmueve, como esta de Miguel Unamuno: Sit pro ratione voluntas!
«No la verdad, si la verdad nos mata
la esperanza de no morir, mi puerto
de salvación en el camino incierto
porque me arrastro. Si nos arrebata
la ilusión engañosa que nos ata
á nuestra vida �engaño siempre abierto!-
mejor que estar desengañado y muerto
vivir en el error que nos rescata».


Mientras me llevan mis pensamientos, suena «Verdad», con los Spandau Ballet… cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia…

esta canción que se apoya en coros suaves, teclados concisos, guitarreo discreto y la potente pero aterciopelada voz de Tony Hadley, para crear un ambiente de melancolía, derivado de la incertidumbre ante un rompimiento sentimental. Busca también su verdad…

ht