Es difícil definir la creatividad pero podríamos decir que es un proceso de la cognición humana basado en la originalidad, la imaginación y el pensamiento divergente. La persona creativa va más allá de donde los demás van, percibe nuevas formas y genera escenarios mentales distintos y novedosos. Cuando se es niño, el cerebro desatento, suele buscar nuevos estímulos constantemente y se sale de las estructuras educativas propuestas. Ahí es donde puede aparecer la creatividad, asociada al sentido de exploración y la curiosidad. Ya adultos, quizás destacan en esta capacidad creativa en sus trabajos pero completaron sus estudios con grandes dificultades o aún no lo hicieron, o cambiaron de carrera varias veces…en cualquier caso, casi nunca siguen una línea vital predecible. La pregunta es: ¿cómo ayudarlos a mantener la creatividad y al mismo tiempo a organizarse mejor, vivir más de acuerdo a las pautas sociales y disfrutar más de sus vidas?Los programas psicoeducativos actuales, individuales o grupales, facilitan el aprendizaje de técnicas específicas para utilizar la agenda y el teléfono móvil como herramientas de organización y planificación consciente, ayudan a la persona a reconocer los límites de atención, así como la energía física y mental (tiempos de descanso por ejemplo) y potencian las habilidades cognitivas ya existentes. También ayudan a reconocer sus emociones y cómo regularlas. Las meditaciones cortas, de algunos minutos, con autorregulación de la atención y de las emociones que suelen impactar en nuestra mente, son un recurso invalorable. Cuando la persona puede comenzar a descubrir su funcionamiento atencional ineficiente y entrena el cerebro, alcanza prácticas de concentración que pueden llegar hasta los 30 minutos inclusive, como cualquier participante de un programa de Mindfulness. Así, aprenden a valerse de la respiración y las sensaciones corporales como anclas al presente y pueden estar más estables mentalmente, más en foco y canalizar toda su creatividad.