En septiembre, la famosísima soprano rusa Ana Netrebko canta hermosas óperas.

Es la soprano más importante de la actualidad, la más deseada por los teatros de todo el globo y la más mediática. Llegar hasta aquí para esta soprano rusa, formada en San Petersburgo, bajo el ala y la protección de su mentor, el director Valery Gergiev, desde su debut como Susanna en 1994 en el Teatro Mariinsky, no se puede decir que haya sido fácil.

Netrebko posee un instrumento privilegiado, opulento, con cuerpo, timbre reconocible al punto, nacarado, muy atractivo y fonogénico como se puede apreciar en su abundante discografía.

Su extensión de soprano lírica es notable, desde sus comienzos como Susanna de Le Nozze, o la Natasha con la que debutó como solista en el Met de Nueva York (2002), o en el Teatro Real allá en un lejano 2001, cuando todavía nadie sabia que estaba viendo a una estrella en ciernes, pasando por los roles que la han catapultado mundialmente, la Donna Anna en Salzburgo en 2003, pero sobretodo su Violetta Valery de nuevo en Salzburgo en 2005.

Su fuerza escénica, energía actoral y magnetismo personal en estas interpretaciones hicieron que el mundo lírico la señalara como la nueva estrella de la ópera, queda el testimonio de esas funciones en La Traviata en DVD, producción de Willy Decker, junto a su pareja estelar en ese momento, un Rolando Villazón en pleno cenit de su fulgurante carrera.

De repente su nombre empezó a aparecer como un vendaval, en Austria, donde se nacionalizó sin perder su ciudadanía rusa, la encumbraron como la reina de Salzburgo. sus éxitos y debuts mundiales se contaron como acontecimientos, así como una carrera discográfica encumbrada por DG, desde su solo debut en el cd Anna Netrebko: Opera Arias (2003), pero sobretodo con el Sempre libera (2004), dirigido por Claudio Abbado con el aria inicial de Violetta, pero también con fragmentos de Sonnambula, Lucia, Puritani, Desdemona o el inefable «O mio babbino caro» de Gianni Schicchi.

La era Netrebko ha marcado el descubrimiento de cantantes eslavas que han surgido sobre su estela, como las sopranos Nino Machaidze u Olga Peretytako, o las también radiantes y llenas de vitalidad, la sudafricana Pretty Yende o estadounidense Nadine Sierra, todas ellas con características marcadas por la figura de Anna, culto a una imagen cuidada y jovial, frescura escénica y dominio del instrumento con exigencia pero sin caer en la autocomplacencia.

La era Anna Netrebko sigue viva, en 2019, cuando se cumplan los 25 años de carrera de la soprano rusa, se podrá hacer un interesante background de los inicios de este nuevo milenio lírico, donde Netrebko, por méritos propios habrá dejado una huella imborrable en la historia de la ópera.