«La búsqueda de la felicidad, a la que todos tenemos derecho, es algo inherente a la esencia misma del ser humano. Este ideal se sitúa por encima del tiempo, la distancia, la historia de las civilizaciones y las diferencias culturales. Como los antiguos alquimistas, todas las personas debiéramos estar en permanente búsqueda de aquella esencia última que nos permita llegar al utópico y casi siempre inalcanzable estado de felicidad, intentando deshacernos, poco a poco y a medida que pasan los años de nuestra vida, de aquellas cargas que nos lastran inútilmente.

La poesía china, por sus especiales características, nos muestra unas enseñanzas cargadas de sabiduría y que sirven de brújula en esta permanente búsqueda de felicidad del ser humano. Los grandes poetas chinos han sido verdaderos maestros a la hora de recoger en verso la esencia de los temas de la existencia humana: el amor, la amistad, la lealtad, la búsqueda de ideales, el disfrute de la libertad, la unión del ser humano con la naturaleza o el continuo peregrinar de la existencia en la búsqueda de la necesaria paz interior.

La naturaleza de estos temas es la que se refleja básicamente en los poemas que se presentan a continuación. A través de ellos se descubre que la poesía china es una auténtica “poesía del alma”.

En el instante mismo de sumergirnos en un texto de poesía clásica china nos sentimos atrapados por una red etérea, volátil y delicada que nos envuelve y que eleva nuestro espíritu y a través de la que recibimos, con generosidad, una auténtica satisfacción íntima, sosiego espiritual, reposo, concordia y reconciliación entre nuestra mente y el mundo que nos rodea y que sólo puede describirse cuando uno se siente verdaderamente identificado y en primera persona con los sentimientos y la sensibilidad del autor.

No se trata, por extraño que parezca en un principio, de una poesía críptica o difícil de asimilar. Muy al contrario, es una poesía escrita en la mayoría de las ocasiones por y para el pueblo.

No hay que olvidar que, además de los grandes iniciados que declamaban sus poemas en la Corte de los Emperadores, en la antigua China y en las múltiples dinastías que fueron sucediéndose en el tiempo cualquier joven aspirante a un simple cargo de funcionario, debía demostrar sus habilidades poéticas como un complemento indispensable para acceder a una vida laboral con cierto reconocimiento social y con garantías seguras de promoción profesional posterior.» Gracias, Alejandro Celma!!!