El notable pianista búlgaro Alexis Weissenberg, nació en Sofía, donde, animado por su madre, también pianista, recibió clases desde los 3 años de Pantcho Vladigerov, pero la ocupación de Bulgaria por las tropas alemanas obligó a la familia a huir.
Después de un infructuoso intento, que pagaron con tres meses en un campo de concentración, un oficial les ayudó a escapar y acabaron en Palestina, donde tuvo como profesor a Schröder, discípulo a su vez de Arthur Schnabel, una autoridad en el repertorio alemán.
Con 14 años interpretó en Jerusalén el concierto número 3 de Beethoven junto a la Orquesta de la Radio de esa ciudad, para luego lograr el puesto de solista en la Orquesta Filarmónica de Israel, donde tuvo como director a Leonard Bernstein.
En 1946, con 17 años, se trasladó a Nueva York, donde su aprendizaje con Vladigerov le abrió las puertas de la Juilliard School para seguir su formación. Allí tomó clases de Olga Samaroff y Rosina Lhevinn y composición de Persichetti.
Con 18 años ganó el Concurso Internacional Leventritt 1947 y poco después debutó en el Carnegie Hall con el concierto número 3 de Rachmaninov, acompañado de la Orquesta Filarmónica de Nueva York bajo la dirección de Georges Szell.
A partir de aquel momento despegó su carrera internacional, con giras por América, Israel y Europa, dirigido por los mejores, de Steinberg a Celibidache pasando por Maazel, Abbado, Argenta, Ozawa, Bernstein, Petré o Karajan.
En 1956, con 27 años, decidió tomarse un largo periodo sabático para dedicarse al estudio y a la enseñanza y diez años después retomó su carrera con un concierto en París.
Su repertorio incluyó a Beethoven, Brahms, Debussy, Schumann, Tchaikovsky y brilló especialmente con Listz, Chopin y Rachmaninov, aunque al que él admiraba por encima de todos era a Bach.
Residía en Suiza, donde había fundado la Alexis Weissenberg’s Piano Masters Class, aunque había vivido cinco años en España, donde se casó y tuvo dos hijas.
Sin dudas, uno de los mejores intérpretes del siglo XX, tal y como sostenían directores como el austríaco Herbert von Karajan, nos dejaba en el 8 de Enero del 2012, en Lugano (Suiza) a los 82 años, víctima de una larga enfermedad.
Queda su legado musical que es eterno.