En un encuentro digital que mantuvo el escritor mexicano Jorge Volpi con los lectores de El País el 21 de marzo de 2012, un internauta, aprovechando que era el día mundial de la poesía, le pidió que les recomendara un poema.

Volpi eligió el poema “Mañana”, de Ungaretti, que solo tiene un verso: “Me ilumino de inmensidad”.

“Jorge, como hoy es el día mundial de la poesía podrías decirnos algún poema de algún poeta te haya maravillado?»

“Uno hermosísimo y breve, de Ungaretti: MATTINA M’illumino d’immenso (MAÑANA Me ilumino de inmensidad)”.

Es común pensar que el poema busca la síntesis y la concentración verbal; en cambio, la novela subraya la necesidad de la expansión discursiva. En tal sentido, el cuento es primo hermano del poema porque allí una palabra de más puede significar la caída al abismo y casi el fracaso absoluto.

Recuerdo, con viva claridad en mi memoria, un brevísimo texto de Giuseppe Ungaretti, uno de los grandes representantes del Hermetismo en Italia. Lleva por título “Mattina” (Mañana) y dicho poema está constituido por un solo verso:

M’illumino d’immenso
Que en español quiere decir:
Me ilumino de inmensidad

Ungaretti no quiso agregar nada más: dejó la idea de que la luz de la mañana permitía iluminar la interioridad del poeta a través de la inmensidad. Sin embargo, en la lírica moderna hay también la tendencia a la expansión discursiva.

Por ejemplo, los poemas de Walt Whitman, Canto general de Pablo Neruda y algunos textos de Pablo Guevara o de Enrique Lihn son manifestaciones de una poesía que no busca la síntesis, sino las complejas enumeraciones casi interminables. Se trata de una postura estética muy respetable pero distinta de la de Ungaretti.

Ese verso “Me ilumino de inmensidad” parece tocar las fibras más profundas de nuestra subjetividad.

Sin duda, deja al lector que, con su imaginación, eche luces sobre el sentido de aquella misteriosa pero subjetiva sentencia del poeta…